Los Conventos del Maestrazgo
A través de la historia de los conventos podemos tener acceso al mejor arte y la más culta arquitectura de nuestro territorio, a formas de organización, costumbres y ritos locales y a la memoria de personas que incluso desde su clausura, se llegaron a integrar de alguna manera en las comunidades locales. La memoria de los conventos es la memoria de los pueblos.
La importancia, económica, social y cultural de estas instituciones religiosas se fue diluyendo a partir de la desamortización y la primera guerra carlista, aunque consiguieron sobrevivir incluso a la destrucción de los primeros momentos de movilización de las milicias anarquistas en la Guerra Civil, que supusieron la pérdida de su patrimonio y la ocupación de sus inmuebles. Hasta 1980 aguantaron dos de los conventos más antiguos de la comarca.
- La siguiente exposición se ha realizado gracias a la publicación del libro: “El Legado de los Conventos del Maestrazgo”, con las ponencias de Elisa Sánchez Sanz, Vicente Lorente Pérez, Jorge Martín Marco, Pilar Sanguesa Royo y Jesús Villarroya Zaera.
- Autoras de la exposición virtual: Sofía Sánchez Giménez y Esther Pujol Oliván.
- Convento de Mirambel
- Convento de Las Cuevas de Cañart
- Convento de los servitas
- Convento de la Virgen de Monte Santo
- Vida en el convento
Convento de agustinas de Santa Catalina de Mirambel
La fundación
El convento de Mirambel fue fundado por cuatro monjas agustinas procedentes del convento de Nuestra Señora de la Esperanza de Valencia. Violante Castellví, como primera priora de la fundación, Petronila Nogera y dos hermanas legas cuyos nombres desconocemos.
El 15 de abril de 1564 tomaron posesión de la ermita de Santa Catalina Mártir, que se convirtió en la iglesia de la comunidad. También el antiguo hospital que estaba anejo a la ermita pasó a formar parte de las dependencias del convento.
En 1855, tras una epidemia de cólera, el convento corrió peligro de desaparecer. Las pocas monjas que quedaron pidieron ayuda de Isabel II para evitar su cierre. La reina dispuso la apertura de una escuela para niñas en la que se adquirían conocimientos de gramática, geografía, aritmética, religión y catequesis. Además, adquirían nociones prácticas de corte en ropa blanca, cosido y remiendo.
Durante la Guerra Civil las monjas tuvieron que volver a sus casas familiares y sufrieron el expolio de sus bienes, pero es en 1980 cuando las religiosas abandonan definitivamente el antiguo convento de Mirambel, después de más de 400 años de historia, para trasladarse a Benicàssim donde todavía sigue viva la comunidad manteniendo el nombre de Convento de Ntra. Sra. De Mirambel.
Pasillo de las celdas
Portal de las monjas
La Arquitectura
El edificio que alberga el convento ya existía y las monjas fueron adaptando los espacios según sus propias necesidades.
En la planta baja se disponía el refectorio, las cocinas y los comedores. En la planta primera también se encontraba la escuela de las monjas, que funcionaba como escuela primaria, según nos han relatado algunos vecinos de la localidad.
La parte más antigua del convento de Mirambel se construyó sobre la iglesia de Santa Catalina. Sobre la cabecera de la iglesia se dispuso la celda de la priora y la de reflexión, una frente a la otra, separadas por un pasillo que ordenaba las celdas del resto de monjas.
La celda de la superiora es la más amplia del convento con una alcoba y con acceso al agradable mirador ubicado sobre el Portal de las Monjas. El portal posee tres pisos de galería cerrada con celosías de barro y yeso de formas geométricas, que permiten a las monjas ver el exterior sin ser vistas.
La iglesia de Santa Catalina
Desconocemos los orígenes de la iglesia de Santa Catalina, pero es probable que ya existiera una ermita antes de que las monjas se instalaran en Mirambel, que fue adaptada para este nuevo uso. La adaptación de la ermita a las necesidades conventuales pasó por la construcción de un coro a los pies, cerrado mediante celosías, rejas de madera que permitían a las monjas asistir a misa sin ser vistas, y diferentes estancias para respetar la clausura de las monjas, como la parte interior del portal de la muralla.
Durante la guerra civil, se retiraron los altares de la iglesia, pero todavía se conserva el órgano de finales del siglo XVII, al que se accede a través del coro alto, donde las monjas rezaban. El coro está separado de la nave de la iglesia por celosías.
En 1731 se produjo una importante reforma en la iglesia, siendo priora Dámasa San Martín. Se construyó el retablo mayor, un coro nuevo, sillería y tribunas. El techo que vemos no es el original, debajo hay una techumbre renacentista.
Las bóvedas actuales se realizaron en ese año y en el siglo XIX se volvieron a pintar.
En la iglesia hay una capilla dedicada a la familia Martín, a la que corresponde la heráldica en clave de la bóveda de la capilla con una mano y una pierna componiendo su escudo. Además, sabemos que en algún momento hubo una priora en el convento que perteneció a esta familia.
Las Grisallas
La grisalla es una técnica pictórica, en la que se realiza una serie de pinturas monocromáticas que dan la sensación de componer un relieve escultórico. Las paredes del convento fueron decoradas, y a nuestros días han llegado algunas muestras que se pintaron entre 1578 y 1579. Un excepcional conjunto de grisallas con iconografía de la Pasión de Cristo.
Las pinturas se distribuyen en la parte más antigua del convento, en la celda de reflexión, en el pasillo de las celdas de las monjas, y en la celda de la priora, esta celda, además, cuenta con una pequeña capilla empotrada en el muro representando a Cristo Crucificado acompañado de la Virgen y San Juan.
Convento de concepcionistas de la Purísima Concepción de Las Cuevas de Cañart
La fundación
El convento de Cuevas de Cañart fue fundado con la licencia del arzobispo de Zaragoza, D. Francisco de Gamboa en 10 de septiembre de 1668 y consentimiento del comendador de Castellote, D. Ramón Perellós. Fue promovido por un noble llamado Domingo Bellido, quien en su testamento dejó escrito que se empleen todos sus bienes para fundar el convento. Sor Delfina de Jesús, sobrina de Domingo, procedente del convento de Monte Santo, funda el Convento de la Purísima Concepción de Cuevas de Cañart, junto a otras dos monjas también sobrinas. En principio iba a ser, Sor Potenciana, pero muere antes y es sustituida por sor Gertrudes Casanova que se sumará a sor Josefa de Pedro y Vidal.
El monasterio fue abandonado por las religiosas en 1981 quienes se integraron en el convento de concepcionistas de Borja, y pasó entonces a manos de particulares.
La Arquitectura
Se construyó de nueva planta su iglesia y sus dependencias conventuales en unos terrenos situados en la parte baja de la población. Las obras del convento duraron ocho años, del 26 de marzo de 1669 hasta 1677.
Se accede al conjunto por un portal con puerta abierta en arco de medio punto, sobre el que se sitúa una hornacina con la imagen de la Virgen Inmaculada, que corresponde con la devoción del convento. Este portal da acceso a un pasaje de distribución desde el que se accede tanto a la iglesia como a las dependencias conventuales. El conjunto se anexiona a una casa donde residían los mandaderos del convento, que eran quienes realizaban los mandados del convento.
Las dependencias conventuales se sitúan al sur y al oeste, hacia la huerta. Es en esta dirección donde se desarrolla la más interesante fachada del conjunto conventual. Destaca el gran cuerpo claustral de tres alturas. Está flanqueado por dos torreones prismáticos con celosías en su cuerpo superior. En la planta baja se disponen alrededor de un claustro el refectorio, la sala capitular y las cocinas. En las plantas superiores, bajo la misma distribución aparecen las celdas alrededor del claustro.
La iglesia
La iglesia se configuró como un templo de una sola nave, dividida en tres tramos, cerrados con bóvedas de cañón con lunetos, con coro alto a los pies, en donde se dispone, en el lado de la Epístola, el acceso principal.
Tiene dos capillas dispuestas a cada lado, de las que, las que están situadas en el tramo previo al presbiterio, son de mayor tamaño. A los pies se encuentra el coro, con acceso desde el convento, en alto con la reja propia de los conventos de clausura, desde donde las monjas podían asistir a misa sin ver vistas y en el lado izquierdo un balcón barroco con barandilla de madera donde estaría el órgano al que solo podían acceder las monjas desde el convento.
Todo en ella hace referencia a la Inmaculada Concepción, desde el color azul cielo de las paredes a ciertas inscripciones, como la que encontramos en el arco que separa el presbiterio “Tota pulchra est Maria”, que hace referencia a la Imagen de la Concepción y las Letanías de la Virgen, con el lema: “Tota pulchra es amica mea et macula non est in te”.
Convento de los servitas de Las Cuevas de Cañart
Convento de San Miguel de la Cueva
“Caminando sobre la Peña, de que se forma dicha Cueva, un Pastorcito, cayó despeñado, y buscándole su afligido padre, lo halló sano. Y preguntándole su padre, cómo o quién le había librado, respondió, que un hombre muy hermoso, que llevaba alas, le había guardado, para que no pereciese en aquel despeño. Creyeron todos, era San Miguel, tan Soberano Protector, y le dedicaron la Cueva, edificándole allí ermita los vecinos de aquella Villa. Antes de la fundación del convento, oyeron repetidas veces los vecinos de Ladruñán Músicas Celestiales; y aun después de fundado el convento, las oyeron repetidas veces, muchos Religiosos.”
R.A. Faci, 1750
El 7 de agosto de 1497 se produjo la fundación del primer convento masculino de la Orden de los Servitas en España en la Cueva de San Miguel. Todo el convento estaba dentro de la cueva, con iglesia, celdas, y un manantial. Contaba para su mantenimiento con viñas y campos, cuyas rentas eran completadas con limosnas.
Durante el siglo XVIII fueron frecuentes los derrumbes de la roca, por lo que los frailes abandonaron el convento y se trasladaron a Las Cuevas de Cañart en 1727, para lo que se construyó un nuevo complejo.
Traslado a Las Cuevas de Cañart
La toma de posesión se celebró el día 20 de mayo de 1727 con una procesión desde el convento viejo en la Cueva de San Miguel hasta el nuevo convento. Asistieron todos los frailes, el ayuntamiento, el capítulo, los hijos de la villa y algunos nobles forasteros. El convento destacó en la provincia, siendo a mitades del siglo XVIII el que albergó a más frailes.
Para el traslado del convento se pactaron con el ayuntamiento una serie de privilegios. Tenían el derecho de sepultura de los vecinos, pero también la obligación de atender a los enfermos y a los moribundos. Además, podían mantener un aula de gramática en la que formar a los jóvenes de la localidad, enseñaban gramática, filosofía, teología o cualquier otra ciencia.
El final del convento
Tras la Desamortización de Mendizábal en 1835 el convento servita se fue desmantelando en beneficio de las parroquias cercanas.
El convento fue tomado durante la Primera Guerra Carlista y entre 1838 y 1839 se utilizó como hospital del Distrito Carlista de Aragón, Valencia y Murcia. Los liberales destruyeron parte del convento a principios de abril de 1840, tras la toma de Castellote por las tropas de Espartero, para evitar que sirviese de refugio y fuerte a los carlistas.
Posteriormente, al quedar casi vacío las parroquias cercanas fueron adquiriendo el mobiliario, a lo que los vecinos de la localidad se opusieron enérgicamente.
La arquitectura
El edificio comenzó a construirse en la huerta, en un terreno extramuros junto a la fuente vieja y a la balsa de la villa. Era un espacio muy amplio y llano que permitió trazar el plano de convento ideal. Estaba formado por la iglesia, las dependencias que se distribuían en cuatro alturas alrededor del claustro y un terrado en la parte de detrás.
El claustro era muy amplio y discurría anejo al lateral de la iglesia. Desde allí se accedía a la iglesia, al carnerario y a las escaleras. Las celdas se distribuían según quién las ocupaba, muy pocas estabas embaldosadas y con las paredes pintadas. Las celdas de los novicios y las celdas del coristado, eran muy similares, pequeñas con dos salas, una para la cama y otra para una mesa y una silla. El resto eran amplias, con una alcoba y otro cuarto para el estudio y contaban con balcón o ventana. Había una celda grande similar a la celda prioral, que contaban con dos cuartos más, cocina y buen mobiliario.
La escuela tenía un aula para los seglares y otra para los religiosos en el piso principal. Además, había otra sala más al lado de la hospedería. La hospedería muy grande, con cuatro pisos de altura.
El refectorio, donde los frailes comían, se ubicó en una sala abovedada y espaciosa. Estaba presidido por un camarín con un altar dedicado al Sexto Dolor de la Virgen, un púlpito y un cuadro de La Última Cena.
En el Carnerario se enterraba a los frailes, colocados en nichos divididos por pilastras decoradas con calaveras.
La iglesia
La portada del edificio contiene un relieve de la Dolorosa en su Sexto Dolor, a los lados las figuras de san Felipe Benicio y san Peregrín Laciosi. En el interior todo el pavimento estaba embaldosado con azulejos esmaltados, mitad blancos y mitad azules. La iglesia fue un espacio interior diáfano, amplio y luminoso, con grandes ventanas y pilares con adornos de rocalla y figuras en yeso.
Los temas principales que se veían representados en la Iglesia eran la devoción a los Siete Dolores de la Virgen, la historia de la orden servita y el culto al Arcángel san Miguel, al que dedicaron el altar mayor.
A izquierda y derecha del altar había dos capillas, la derecha dedicada a Cristo y la izquierda dedicada a la Virgen. En esta última hay relieves enmarcados dedicados a los Siete Dolores de la Virgen, como la Pérdida de Jesús en el Templo, la Huida a Egipto o la Crucifixión de Jesús.
Convento de la tercera orden de san Francisco de la Virgen de Monte Santo de Villarluengo
La aparición de la Virgen de Monte Santo
No puede comprenderse la fundación de este reducto espiritual sin contemplar las palabras de Juan Herrero, ahorcado injustamente por falsa acusación de asesinato en el año 1506, siendo las siguientes:
“…en ese montecillo que se ve ahí detrás, el cual ahora se dice la Loma de San Cristóbal, se aparecerá de aquí a algunos años una imagen de Nuestra Señora, por cuya devoción y reverencia, se fundará en el propio lugar en que fuere hallada un convento de religiosas, en cuya iglesia será venerada y honrada la dicha imagen.”
El día 17 de agosto de 1522 un pastor de la localidad llamado Juan Ferrero mientras perseguía a su rebaño, que se estaba escapando hacia la Loma de San Cristóbal, fue sorprendido en el lugar con la aparición de la Imagen de la Virgen.
Tras el hallazgo, la imagen de Nuestra Señora se custodió en casa del pastor y luego en la iglesia, pero la talla desapareció y de nuevo la encontró el pastor en el mismo lugar que la primera vez. Cuando bajaba la talla al pueblo es cuando la imagen de la Virgen quedó grabada en su pecho,
“pero no hundida en sus carnes como hace el sello, sino de medio relieve, muy levantado en las mismas, que desprendía grandes resplandores, y esta figura la llevo el pastor hasta muerto.”
La fundación
En el año 1540 casi 20 años más tarde de la aparición de la Imagen de Nuestra Señora de Monte Santo, se fundó el Monasterio de Monjas de la Tercera Orden de San Francisco en Villarluengo. Sor María de Jesús Balfagón, fundadora y 1⁰ Ministra, vino desde Valencia para fundar este convento franciscano. Se cree que podría descender de Las Cuevas de Cañart o de Villarluengo. Otras religiosas que la acompañaron en la fundación fueron la Madre Vicaria Sor Catalina Pérez, Sor Juana Terrades, como Tornera y Sor Magdalena de la Cruz, como Maestra de Novicias.
Las monjas por medio de su trabajo, aunque el Convento se encontrase en un lugar poco apacible por la altura y demás inclemencias meteorológicas, lograron independencia económica con respecto de la Orden y del pueblo, también ayudó las donaciones y las dotes de las mujeres que ingresaban, muchas de ellas provenientes de familias nobles de la zona, ejemplo de ello es Jerónima de Pedro.
El final del Convento
La decadencia del convento comenzó con la Desamortización de Mendizábal, al mismo tiempo que se producía la Primera Guerra Carlista. El 20 de julio de 1836 el bando liberal ordenó exclaustrar a las 34 monjas, las cuales siguieron una vida monacal en una casa del pueblo. Durante este tiempo de abandono el convento sufrió un gran expolio, ya que fue prisión para los prisioneros liberales. Las monjas pudieron volver en 1838, pero en 1839 el General Cabrera las hace abandonar de nuevo, para hacer del convento un fuerte carlista, que acabó siendo incendiado en 1840. Las monjas finalmente se trasladaron en 1858 a la localidad de Alagón.
La arquitectura
Junto a la ermita que se construyó en el lugar de la Imagen aparecida se construyó el convento con las dependencias necesarias. El monasterio tenía: 12 celdas; una sala capitular que también servía como sala de labor, oración y lectura; el locutorio; el refectorio; la cocina y la despensa; el lavadero; la cisterna; la enfermería donde las religiosas al ser de clausura eran atendidas por un pequeño ventano que daba a la casa del castellán; y finalmente el almacén de la leña. En lo que respecta a la ermita, el coro fue cerrado a los fieles, pues quedaba en la clausura, y en la parte del presbiterio se colocó la pertinente reja colocada en el lienzo de la pared para que las religiosas pudieran seguir la eucaristía.
Según deja patente el padre Carrillo en su Crónica, las religiosas también tenían su carnerario con diferentes nichos y una vez se descomponían los cuerpos en ellos los restos se echaban a una fosa común.