Ubicado en la cabecera de la Iglesia de San Miguel en Cantavieja es el ejemplo más notable de enterramiento con decoración escultórica del periodo gótico en la Provincia de Teruel. El sepulcro perteneció a Gonzalo de Funes, bailío de Cantavieja y más tarde Castellán de Amposta como se puede comprobar por los escudos con los armiños de los Funes que proliferan tanto en el sepulcro como en el resto de la Iglesia de San Miguel donde se encuentra ubicado. El repertorio iconográfico es bastante común en la época: Además de la heráldica podemos ver la ceremonia fúnebre con el obispo, acólitos y cuatro frailes franciscanos; monjes llorones bajo arquerías y cuatro leoncillos sujetando la caja del sepulcro. En la parte más alta se encuentra el alma del difunto elevada por dos ángeles a los cielos donde le espera Dios con la bola del mundo.
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