A finales de 1570 Francisco Peña Calvo era consejero de la embajada Española en Roma y el rey Felipe II lo eligió para formar parte del Tribunal de la Rota de Roma por la Corona de Aragón. Prueba de su influencia y prestigio es también el hecho de que en 1578 se le encarga la revisión y reedición del «Manual del Inquisidor». Fue muy bien considerado entre los diferentes Papas que se sucedieron mientras estuvo en Roma siendo incluso nombrado, por Sixto V, patricio y senador romano además de prior de San Bartolomé de Calasanz y de capellán de su santidad el Papa.
Nació en Villarroya de los Pinares, en el seno de una familia humilde, su padre era herrero, y en el lugar que ocupó la herrería junto al río Guadalope, Peña mandó edificar un palacio para retirarse.
No llegó a vivir en La Casa Peña, puesto que falleció antes de finalizar su construcción.
Tampoco vio acabada la reforma de la iglesia parroquial de Villarroya, que mandó hacer paralelamente.