Su archivo fue usado para avivar la llama de la quema de la iglesia durante las guerras carlistas acabando con una compañía de liberales que allí se habían refugiado. El edificio no sufrió daños de importancia y gracias a ello, hoy podemos visitar el salón de sesiones con sus ventanas festejadoras e incluso jugar a la pelota en el trinquete.
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