Los últimos sombreros se hicieron en Tronchón hace aproximadamente veinticinco años (1965-70) y desde entonces a la actualidad casi todo lo relacionado con su fabricación ha desaparecido. Por ello, la importancia del testimonio oral de las personas que participaron en esta manufactura.
Las sombrererías que hubo en Tronchón eran industrias caseras dedicadas a esta artesanía durante todo el año. En las casas de los sombrereros, donde solían trabajar cinco o seis mujeres y dos o tres hombres, se hacían dos tipos de sombreros: los bastos y los finos. Las diferencias entre ambos estribaban en la materia prima usada, el proceso de elaboración seguido, la morfología de la pieza y el uso a que iba destinada. A las mujeres sólo se les pagaba atendiendo al peso del pelo cortado y a los hombres por pieza dispuesta para secar, ya fulada y hormada.
Los sombreros, grises o negros, eran de distintos pesos: seis, siete y nueve onzas y con diferentes tamaños de ala y «cocot». Hace unos cincuenta años los precios oscilaban entre las cuatro y las siete pesetas. De la venta de los sombreros se encargaban los amos, que salían a venderlos con las cargas en las caballerías, pasando varios días fuera. Recorrían pueblos de las provincias de Teruel y Castellón, además de Zaragoza y Huesca.
El laborioso proceso de fabricación de los sombreros y la cantidad de puntos donde se vendían los acreditaban como piezas artesanales de gran calidad.