Eleuterio Blasco representa en este cuadro el retrato de un artista con martillo y punzón frente a una pequeña escultura que representa un arlequín con su instrumento de cuerda. El artista aparece en primer plano. Con una mano sujeta el punzón y con la otra el martillo. El rostro representado de forma muy detallista tiene la boca cerrada y los ojos con una expresión entre triste y melancólica desvían la mirada perdida hacia algún punto indefinido. El fondo está esbozado a base de manchas de color rojizo.
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