Junto con el de La Seo de Zaragoza, el sepulcro de alabastro que se conserva en la iglesia de San Miguel de Cantavieja, es el único ejemplo gótico que se conserva en Aragón.
El pasado domingo 19 de julio se presentó la restauración realizada por el Centro de Restauración de la fundación Santa María y financiada por la Comarca del Maestrazgo y el ayuntamiento de Cantavieja.
El sepulcro de estilo gótico está fechado en 1420, año en que murió Gonzalo de Funes. Este era un personaje de gran relevancia en la localidad, de hecho, sería él mismo quien pagaría las obras de San Miguel y encargaría su enterramiento en la iglesia. Según los estudios de Sonia Sánchez, se trata de una de las piezas más relevantes del gótico aragonés, a la altura de otras mucho más conocidas como el sepulcro de don Lope Fernández de Luna, que se conserva en La Seo.
La escultura muestra en el frontal el propio enterramiento de Funes, con los monjes y llorones en los laterales y el escudo de armas a los pies. En la parte de arriba está su alma y él mismo sostenido por dos ángeles que lo llevan al cielo, donde Dios les espera entre un haz de rayos.
La responsable de Patrimonio en la comarca subraya que al enterramiento –que desde hace décadas no alberga los restos de Funes ni tampoco la tapa que lo cubría– le hacía falta una limpieza y sobre todo un saneamiento de las humedades que hay en el templo y que le estaban afectando, puesto que el alabastro es un yeso que se deshace con el agua. Comenta que para asegurar su conservación se ha separado la pieza del muro, colocando una cámara de aire trasera.
La obra se desarrolló durante un mes y medio, ya que se inició justo a comienzos de febrero y concluyó poco antes de que se declarara el estado de alarma a consecuencia del coronavirus. La comarca del Maestrazgo ha invertido en esta actuación los 7.000 euros correspondientes a 2020 para acciones en patrimonio. Se trata de una partida anual que cada año se destina a un municipio y con la que los responsables de la entidad territorial pretenden poner en valor los bienes de la zona.
Adriana Germán,
estudiante en prácticas del Máster de Museos: Educación y Comunicación