Mariano Ballestero de la familia apodada Los Perdigueres, fue el último cartero de Santolea y uno de los últimos en irse del pueblo debido a su profesión. Primero emigraron su mujer y sus hijos a Barcelona y un tiempo después acudirá Mariano, allí hicieron una vida nueva. Muchos de sus amigos y vecinos también tuvieron como destino la ciudad condal. Seguían quedando muchos domingos para verse y sentirse como en casa. Nunca olvidaron Santolea y cada año mientras pudieron acudían a ver sus ruinas y su paisaje.
María Pilar, es su hija mayor, hoy viven los dos juntos en Puigmoreno. Ambos han transmitido a su familia el amor por Santolea, sus montes y su río. La vida en Barcelona ha sido buena, pero el hecho de que se tuvieran que ir por obligación y que el pueblo desapareciera abrió una herida (ya en calma) pero transmitida a sus nietas que todavía se sienten un poco de allí.
