Religiosas que formaban parte del convento:
Madre Superiora Asunción.
Sor Natividad de ocupación Tornera.
Inmaculada encargada de la Cocina y la Huerta.
Cándida, la secretaria, organista y buena bordadora.
Mercedes, procedente de Andalucía.
Maria Luisa.
María la monja como le decíamos todos en el pueblo, fue monja aunque finalmente se salió, vivía en la hospedería y al servicio de ellos, como era corta de vista, ejercía de mandadera de posada, y muchos ratos al día venía a mi casa para calentarse al fuego.
Recuerdos:
Cuando tocaban el campano íbamos al torno para recoger las cartas, para dárselas al cartero, mi madre les llevaba el butano, pues Maria, era gordita y no podía. Pasaron unos años, y decidió entrar con ellas, y con ellas se murió.
Mis padres, Genaro Soler y Carmen Carceller junto a sus hijos, éramos los que vivíamos más cerca del convento, y al ser familia numerosa, las monjas nos ayudaban en lo poco que podían. Mi madre fue la mandadera de las monjas durante dieciocho años y nosotros ayudabamos hacer los recaditos. Mi madre hacía la compra, los viernes, y cada día recogía el pan, las cartas, etc. Cuando venían los familiares de las monjas, teníamos que fregar y limpiar las habitaciones de la hospedería, y en el torno, osea el giratorio, nos daban las ropas de las camas y se decía: para la sala roja, y para la azul (se distinguia, por las racholas del suelo). Eran muy disciplinadas, pues su día empezaba a las 6 de la mañana, al coro a rezar a las 12 y a las 6 de la tarde, y a las 10 a cenar, rezar y dormir.
Tenían sus horarios, mañana y tarde para la huerta, y cuando hacían trabajos que no podían llamaban a mi padre y decían llamar a Genaro, cuando pueda. Él tenía muchas anécdotas, pues a veces las provocaba, y le contestaban: ¡Ay señor Genaro como es usted!. Eso siempre con educación y respeto. Ellas no ganaban dinero, si que es verdad que, por las tardes y mañanas iban a la sala de labor y bordaban, juegos de cama y mantelerías a mano, que no se distinguía cuál era derecho o revés, vamos, como los ángeles, y era para un comercio del Mas de las Matas creo que aún existe al lado de la iglesia en la plaza.
A mi madre le daban un dinero simbólico, 100 pts. al mes y el día de su santo recuerdo que para que lo celebrara con la familia le daban un conejo, y un flan de huevo hecho por ellas al baño maría, pues cocinaban muy bien. Para su consumo tenían gallinas y conejos, como en las casas del pueblo.
Los domingos, de 5 a 6 de la tarde era la hora de visita para todo aquel que quisiera ir a verlas, igual para sus propios familiares, y a los niños, con una caña medio abierta nos daban caramelos, pero a ellas no las podías tocar, en todo caso los dedos de la mano.
