El Puente del Vado de Villarluengo es uno de los más valiosos y mejor conservados de la comarca del Maestrazgo además de encontrarse en una zona de grandes valores paisajísticos.
A través de una sentencia arbitral de 1518 se concedió permiso para su construcción, por el concejo de Villarluengo, después de siglos de litigios. Los de Ejulve eran contrarios a su construcción y habían derribado un puente anterior para evitar que los de Villarluengo cruzasen con mayor frecuencia aprovechando los recursos del otro lado.
Gracias al riguroso artículo publicado por Juan M. Calvo Gascón en el Baylías nº 4 de 2007, conocemos además algún detalle de su construcción.
La obra fue adjudicada, en ese mismo año 1518, al maestre picapedrero vizcaíno, Pedro Dejalde. Debía ser de piedra picada de ciento treinta y seis palmos de largo en dos arcadas una de setenta y seis y otra de sesenta, con una anchura de veintiún palmos. Debía también tener unas calzadas empedradas y anchas para que pudiesen pasar personas cabalgando en bestias cargadas.
Finalmente se construyeron tres arcos, el central de medio punto y los laterales apuntados.
