Manuel Carnicer nació en Alcañiz en 1798 y llegaría a ser uno de los máximos dirigentes de la insurrección carlista en Aragón.
Ya durante el Trienio Liberal (1820 – 1823) formó parte de la Guardia Real cuando ésta se sublevó contra el régimen constitucional; y en los inicios de la Primera Guerra Carlista fue uno de los principales artífices en reunir y organizar las diferentes partidas en el Bajo Aragón y Maestrazgo. Al mismo tiempo, dotaba de cierta coherencia al núcleo de resistencia que se estaba formando en los Puertos de Beceite, llegando de esta manera, a establecer uno de los focos insurreccionales de mayor relevancia en el país.
En 1835 Carnicer emprende viaje al cuartel navarro en el que se encontraba instalado D. Carlos después de ser llamado tras un encuentro del pretendiente con Ramón Cabrera. En dicho encuentro, fue puesto al corriente, por boca del tortosino, de las dificultades por las que atravesaba la insurrección aragonesa.
Antes de partir, Carnicer dejó el mando provisional en manos de Cabrera; sin embargo nunca regresó, ya que numerosas denuncias alertando a las autoridades liberales del propósito de su viaje y recorrido, facilitaron su detención y posterior ejecución.
A lo largo de la historia, nunca se ha podido demostrar que las denuncias que pusieron alerta a los liberales tuvieran origen en Cabrera, aunque este hecho, supuso el último obstáculo que separaba al catalán de la jefatura de las fuerzas carlistas de Aragón y Valencia.