Las hoces del Guadalope siguen un trazado meandriforme labrado en las calizas del Jurásico y del Cretácico. En ellas existen tramos muy estrechos de gran belleza. Los travertinos son muy abundantes a lo largo del cañón fluvial. Según parámetros ambientales, sus aguas se encuentran en muy buen estado, limpias y sin signos de contaminación. En La Algecira el valle se amplía, aunque continúa manteniendo las paredes adruptas. Estos roquedos son refugio de numerosas aves como el alimoche, el halcón peregrino o el buitre leonado. Los bosques de ribera están especialmente bien conservados. Espesas choperas y sauces cubren los márgenes y constituyen el hábitat para lavanderas, mirlos, currucas y ruiseñores. En las vertientes predomina el pinar combinado con enebro y carrascas, entre pastizales con romero y aliagas. la cabra montés se extiende cada vez más por estos parajes.
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