Un párroco de Villarroya relataba la historia de Francisco Iñigo, oficial militar, natural de Villarroya, quien se hallaba en el muelle del puerto de Barcelona, en compañía de otros oficiales alemanes (a raíz de la guerra entre España y Francia) cuando de repente sufrió un terrible dolor causado por una hernia. Los compañeros alemanes le recomendaron que se encomendase a San Benón, epsecial abogado para este mal. Al hacerlo comenzó a encontrar alivio y a su regreso a Villarroya, en 1669, cumplió su promesa levantando el santuario y las casas anejas.
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