La Ermita, realizada en mampostería con sillares regulares situados en esquinas y contrafuertes, está formada por una sola nave de planta rectangular y un pequeño cuerpo adosado en el muro lateral utilizado para sacristía. Se adosa a una masía a través de un cuerpo intermedio actualmente usado como corral de la masía pero que, inicialmente, debió pertenecer a la Ermita ya que su fachada es prolongación de la de ésta. Una peculiaridad de esta Ermita es que dispone de dos plantas. En la planta superior, en el nivel de la calle de acceso, se sitúa la sala de culto. A la planta inferior no se puede acceder ya que el hueco de acceso, adintelado y situado en el muro adyacente a la masía se encuentra tapiado.
La nave de la Ermita consta de tres cuerpos separados por arcos de medio punto que descansan sobre contrafuertes ubicados sólo en el muro de mayor altura. Los cuerpos primero y tercero se cubren con cúpulas semiesféricas mientras que, el tramo intermedio se cubre con una bóveda de cañón con lunetas. La cubierta exterior es de teja cerámica que finaliza en un alero de teja y ladrillo. Sobre la cubierta emerge una espadaña con una campana. La nave se ilumina a través de pequeños huecos abocinados abiertos en los muros de mayor dimensión y de un hueco adintelado ubicado tras el coro.
El acceso a la Ermita se encuentra en uno de los laterales. Se trata de un arco de medio punto adovelado que no tiene función estructural sino decorativa. El hueco en el muro se resuelve mediante un arco rebajado. Este sistema de acceso se repite en el patio o corral lateral. En un extremo de la nave se dispone un altar barroco de madera decorada con pan de oro datado de principios del siglo XIX. En un lateral se encuentra otro pequeño altar. En el otro extremo se sitúa el coro, soportado por un arco rebajado y rematado por una balaustrada de madera, al que se accede por una escalera de obra.
El suelo de la Ermita se revistió con azulejos cerámicos en 1870.