Situada en uno de los puntos más altos y céntricos de Villarroya de los Pinares, la ermita-esconjuradero de la Purísima Concepción, es una edificación de planta cuadrada de dos pisos con cubierta a cuatro aguas. La planta baja se usaba para el culto a la Purísima. El piso superior sin decorar y con ventanas en los cuatro lados servía como esconjuradero, según la tradición popular.
Gracias a la investigación de Fernando Maneros conocemos más información sobre las creencias y supersticiones populares que surgieron entorno a este tipo de construcciones. En esencia, la costumbre de conjurar el campo se basó en la idea de que se podían combatir las tormentas y evitar cualquier otro mal que afectara a las cosechas del municipio mediante una serie de rituales.
Esta práctica, surgió para satisfacer las necesidades de una sociedad que hasta el siglo XX era eminentemente agrícola y sensible a los cambios meteorológicos. Para ello, entre otras fórmulas se erigían esconjuraderos en lugares elevados o estratégicos desde donde el sacerdote recitaba una serie de súplicas para luchar contra las inclemencias del tiempo.
En esta misma línea, sus aportaciones señalan que los esconjuraderos fueron edificaciones muy prolíferas en Aragón, sobre todo en la zona del Pirineo oscense y Prepirineo, donde se desarrolló una tipología con unas características muy concretas. Por lo tanto, el ejemplo conservado en Villarroya de los Pinares es un caso singular al romper este esquema donde las fuentes documentales consultadas por este autor no señalan hasta 1694 que el edificio cumpliera la función de esconjuradero. Aunque lo más probable es que esta práctica se realizara antes de esta fecha. Según Fernando Maneros, más adelante, sobre todo para reducir el carácter mágico de esta actividad se consagró el edificio como ermita hasta llegar a eclipsar su función inicial.
En cuanto al edificio, en el interior del piso inferior es visible un suelo de baldosa cerámica y se conserva a lo largo de sus muros una decoración pictórica en tonos ocres. En ella, aparece representado un zócalo con motivos florales del que surge una arquería de medio punto con columnas acanaladas de orden corintio que se remata en la parte más alta con cenefas con roleos vegetales en tonos verdes. Todo el espacio está cubierto por vigas de maderas. Por su parte, el segundo cuerpo carece de decoración pictórica y presenta un suelo más sencillo en yeso donde lo más destacado de este espacio es la presencia de dos vanos rectangulares en cada pared.
Para saber más:
MANEROS LÓPEZ, Fernando, “Un esconjuradero en Villarroya de los Pinares. La ermita de la Purísima Concepción”, Temas de antropología aragonesa, nº 22, Instituto Aragonés de Antropología, 2016, págs. 71-91