Los vecinos del Maestrazgo mostramos con orgullo los empedrados de las entradas de nuestras casas y los que todavía vemos en las calles calles y, aunque tienen sus inconvenientes hoy que estamos acostumbrados al cemento, la verdad que no nos deja de fascinar el trabajo y el ingenio para colocar las piedras de río que han aguantado siglos pasando por encima.
Hoy nos parece impensable meter una mula en casa, pero hasta mediados del siglo XX las caballerías cruzaban las entradas para acceder a las cuadras y para dejar la carga. Y este suelo era perfecto para este espacio, elegante a la vez resistente.
El material para este tipo de suelos era más fácil de obtener y de trasladar que la losa de piedra. La piedra de río redondeada era abundante en estas zonas de montaña.
Si queremos ver calles empedradas, Mirambel, tras el proyecto de restauración de los años 80´que le valió uno de los primeros premios Europa Nostra, mantuvo y repuso el empedrado de sus calles. Fortanete y Villarroya de los Pinares guardan estos suelos enguijarrados en buena parte de sus casas y lo mismo para Tronchón, Miravete de la Sierra, y algunos otros pueblos de la comarca. En la ermita de San Juan del Barranco de Cantavieja, se encuentra creemos el más antiguo de la comarca, de 1409. Alguno de los más elaborados están en las casas de la ermita de la Virgen del Cid, mientras que las dos hospederías de La Iglesuela y Allepuz cuentan con unos de los más grandes enguijarrados de la comarca.







