Convento de los Servitas en Cuevas de Cañart

S.XVIII
– 1727
Cuevas de Cañart
BIENES INMUEBLES
ARQUITECTURA RELIGIOSA
Conventos

Su historia se inicia a finales del siglo XV, concretamente en 1497, cuando se fundó convento servita al trasladarse monjes de esta orden a una ermita rupestre dedicada a San Miguel en Ladruñán, en un paraje cercano a Las Cuevas de Cañart.

Este primer convento tuvo que abandonarse a causa de la peste. Pero poco después, en 1617, se fundó un nuevo convento en la misma cueva. A principios del XVIII las lluvias produjeron varios desprendimientos estropeando el claustro y  algunas dependencias conventuales, lo que empujó a los monjes a solicitar su traslado a Las Cuevas de Cañart.

El padre Faci explica que se trasladaron los Padres a su nuevo convento, fundado cerca de la Villa, en 10 de Mayo de 1727.

Este convento, como tantos otros, resultó afectado por la Desamortización de Mendizábal de 1836 y las Guerras Carlistas provocando la ruina del inmueble y la dispersión de sus bienes muebles.

Pascual Madoz, en su Diccionario (1845-1850), indica que varias de las obras que contuvo su templo fueron trasladadas a Montalbán, Castellote y Calanda (aunque hay algunos muebles en la sacristía de la iglesia de San Pedro en Cuevas que parecen provenir del convento). Tras la exclaustración los carlistas fortificaron el convento y lo convirtieron en hospital para sus tropas. En 1840 cuando Espartero toma el Castillo de Castellote, las tropas liberales destruyen el convento para que no volviese a servir de refugio a los carlistas.

Las ruinas conservadas pertenecen a la iglesia dedicada a San Miguel y construida en estilo rococó, con una planta de salón que solo mantiene algunos de sus esbeltos pilares decorados con estuco. La portada se remata con un relieve de la Piedad y está fechada en 1750. Otros relieves decoran una capilla o sacristía junto al altar mayor.

Hace pocos años se descubrió otro relieve que estaba semienterrado no muy lejos de la iglesia del convento. El relieve representa una Piedad y no se encuentra en buen estado de conservación. Probablemente perteneció a un acceso exterior a otras dependencias del convento.

Del conjunto monacal, que debió ocupar una gran extensión de terreno, solo se conservan las ruinas de su iglesia representando aproximadamente el 10% de la superficie total. Junto a iglesia se abría un enorme claustro que daba acceso a las dependencias más importantes del convento: Escuela, Botica, portería, carpintería, refectorio y bodega. Otras dependencias se sumaban al conjunto, como cocinas, graneros, cuadras y el huerto con varios gallineros. También contaba con una hospedería junto a una puerta que daba acceso al soportal, espacio cubierto sobre cuatro columnas que permitía dar atención a los pobres.

En su escuela se impartían los cursos de Filosofía y teología a los que acudían también seglares. Además había otra aula de latinidad asistida por uno de frailes del convento y gratuita donde acudían los chicos del pueblo y algún otro tras la aprobación del alcalde. Entre los alumnos destacados destaca uno de los obispos de Albarracín, fray José, de la orden de Predicadores

 

 

 

Autor: Sofía Sánchez Giménez