La iniciativa para la fundación del convento de las Concepcionistas Franciscanas se debe a Domingo Bellido, comisario del Santo Oficio de la Inquisición y natural de Cuevas de Cañart, quien dispuso en su último testamento, del 26 de julio de 1662, que toda su hacienda, sitios, y censales se empleasen en la Fundación de un Convento de Religiosas de la Purísima Concepción en dicha Villa, el cual había de estar sujeto al Señor Arzobispo de Zaragoza”. La fundadora del convento, Delfina de Jesús, pertenecía al Convento de Montesanto cuyas ruinas pueden visitarse en Villarluengo. La obra finalizó en 1670.
Se accede al conjunto por un portal con puerta abierta en arco de medio punto, sobre el que se sitúa una hornacina con remate avenerado flanqueada por dos óculos, todo ello bajo un alero muy volado de tejas. Este portal da acceso a un pasaje de distribución desde el que se accede tanto a la iglesia como a las dependencias conventuales. La iglesia tiene una nave de tres tramos con capillas laterales y cabecera plana. Esta nave se cubre con bóveda de medio cañón con lunetos y las capillas laterales, a modo de brazos del crucero, con sendas cúpulas. La portada de la iglesia está decorada con estípites de cuerpo intermedio monstruoso. Se accede por una portada de medio punto con hornacina y óculos de carácter popular. En el exterior, presenta un volumen único con cubierta a dos aguas. Las dependencias conventuales se sitúan al sur y al oeste, hacia la huerta; en esta dirección se desarrolla la más interesante fachada del conjunto conventual. Destaca el gran cuerpo claustral de tres alturas, construido en mampostería y tapial. Está flanqueado por dos torreones prismáticos con celosías en su cuerpo superior. El paño interior es muy macizo y muestra una estructura de pequeños huecos. Ante la fachada se articula un pequeño cuerpo de enlace y hacia el oeste se prolongan los edificios conventuales con un ala de tres alturas de carácter más popular, en el que destacan dos solanas en el último piso.