En 1823 Felipe de Freires, comandante del primer tercio de voluntarios de Talarn y D. Carlos de Montignani y gobernador del fuerte de Capuchinos envía desde Zaragoza una circular para la formación de una compañía de caballería que se denominó de celadores reales. La circular la traslada Freire de la que provenía en primera instancia de Carlos IV.
Para formar parte de este compañía de caballería era necesario “gozar sana opinión, buena conducta y tener acreditado amor decidido al Rey N. S.”. El motivo de la creación de esta escuadra era proteger la seguridad de los caminos, con la siguiente valoración por parte del monarca “ha llegado ya el tiempo que cese el estado de inseguridad en que habéis permanecido durante tan ominosos días”. Este cuerpo es el antecedente directo de las actuales unidades de caballería de la policía y se creó definitivamente por Real Orden de 1 de septiembre de 1825.
Si se presentaba para su inclusión dentro del cuerpo una persona que poseyese ya caballo “le será pagado su importe por el valor de la tasación”, y animaba también con la siguiente cláusula a participar en la creación del cuerpo: “Apresuraos aragoneses, a fecundar las intenciones de los que os gobiernan, que en ello encontraréis vuestro reposo y vuestra verdadera felicidad”.
Firmado el 4 de mayo de 1823