Más información en: Casa Navarro I de Villarroya de los Pinares.
La casa de los Navarro en Villarroya de los Pinares consta de un primer edificio, construido probablemente a finales del XVII, (al que dedicaremos esta ficha) y fue ampliada con otro inmueble en el siglo XVIII. Ambos están conectados por una capilla y varias estancias dedicadas al servicio.
Actualmente ambos edificios pertenecen a los descendientes de los Navarro, que la fueron heredando desde su construcción. Entre sus miembros más destacados están Blas y Francisco Navarro y Dolz del Castellar, promotores de la petición de reconocimiento de infanzonía de su familia. Su tío, Miguel Navarro, fue miembro de la Orden de Santiago y Deán de la Catedral de Tarazona a mediados del Setecientos.
Las armas de esta familia se encuentran en la fachada del edificio del XVIII y se corresponden exactamente con la descripción del proceso de infanzonía: Un escudo cuarteado que en el primer cuartel tiene cuatro bandas de plata, en el segundo un castillo, en el tercero cuatro cabezas y en el cuarto cuatro palos rojos con un aspa de oro.
La Casa Navarro tiene una fachada muy bien dispuesta y simétrica con una portada de arco adintelado bajo un balcón. El tejado cuenta con un precioso alero de madera bajo el cual hay un friso de dibujos geométricos.
En el interior se mantiene la distribución original. La portada da acceso a un zaguán enguijarrado y al fondo a una escalera que distribuye el edificio. Subiendo un par de escalones antes de llegar a la escalera accedemos, girando a la izquierda, a la cocina con una modesta campana, que probablemente no sea la original del edificio.
En la planta noble se encuentra el salón iluminado por el balcón y una de las ventanas festejadoras de la fachada y cubierto por vigas de madera y revoltones. El salón conecta con dos alcobas y con un cuartito intermedio entre este y la escalera. Tanto en este piso como en el de la entrada se han conservado todas las carpinterías muy decoradas con listones de madera que forman dibujos geométricos. La puerta del salón además tiene diseños realizados con diferentes maderas engastadas que revelan la riqueza constructiva de que hizo gala el propietario.
El último piso está más transformado para poder usarse como vivienda con las necesidades actuales. En la parte trasera en un anexo del edificio hay un cuarto para la colada y el resto de dependencias de servicio.
Este edificio, todavía de corte clásico, nos permite conectar el estilo renacentista aragonés, de los palacios Aliaga y Castellot en Mirambel o Iglesuela del Cid, con el gusto barroco del palacio Matutano-Daudén de La Iglesuela. Además, dialoga con la casa Peña al otro lado de la carretera.
Autor de la ficha: Sofia Sanchez, 12 de agosto de 2022.





