Casa construida con mampostería vista en la planta calle y enlucida en la primera planta y planta bajo cubierta.
En su fachada principal se abren dos arcos de medio punto con dovelas de piedra. El de nuestra derecha presenta un relieve en su clave, a modo de escudo, con un corazón y dos dardos cruzados. Sobre dicho arco, hay una pequeña hornacina de yeso, a modo de templete, sin la imagen que cobijaba. Existe un tercer vano, actualmente cegado, con arco de ladrillo, ignorando si se trataba de un vano de iluminación o de acceso. Un poco más adelante, en el edificio anexo, existe otro arco similar, también cegado.
En la planta primera vemos un vano cuadrangular con carpintería de madera. También se observa un vano ovalado, con un pequeño tejaroz de dos tablas que contiene una pieza de madera de la misma forma con restos de policromía y una inscripción en la que se puede leer “General de Instrucción” en la parte superior, y fragmentos de un escudo con corona real, correspondiente al escudo de San Agustín. En esta planta también se encontraba la escuela de las monjas, que funcionaba como escuela primaria, según nos han relatado algunos vecinos de la localidad.
El balcón está levemente volado con antepecho de madera y carpintería de madera tradicional. La misma carpintería presenta el vano de iluminación abierto en la misma planta, bajo cubierta.
Asimismo, era costumbre realizar las hogueras de la festividad de San Agustín (28 de Agosto) delante de la vivienda, por lo que también se convirtió en un lugar de sociabilidad popular.
Históricamente, fue la sede del convento agustino de la localidad.
LA FUNDACIÓN
Este convento fue fundado por cuatro monjas agustinas procedentes del convento de Nuestra Señora de la Esperanza de Valencia. Violante Castelvi, como primera priora de la fundación, Petronila Roquero y dos hermanas legas cuyos nombres desconocemos.
El 15 de abril de 1564 tomaron posesión de la ermita de Santa Catalina Mártir, que se convertiría en iglesia de la comunidad. También el antiguo hospital anejo a la ermita pasaría a formar parte de las dependencias del convento.
Fue un convento muy rico y con abundantes vocaciones provenientes de las mejores familias de la zona. Además contribuyó a la fundación de otros monasterios de clausura femenina de la orden en Morella (1595), Santa Mónica en Zaragoza (1647), San Mateo (1590) y Ulldecona (1724).
Algunas de las monjas más destacadas fueron: Sor Ángela Martín, natural de Mirambel; Magdalena de Palomar, nacida en Cantavieja; Mónica Taraçona, natural de Tronchón; Isabel Aliaga de La Iglesuela y sobrina también del arzobispo Isidoro Aliaga; Margarita Gil, natural de Forcall, junto a otras también provenientes de familias nobles asentadas en Mirambel y los pueblos de alrededor.
LAS ARMAS DEL CONVENTO
La patrona de la orden de San Agustín es la Virgen de la Consolación y Correa y por ello las monjas vestían, y todavía visten, un cinturón del que pendía dicha correa. También en el escudo del convento de Mirambel aparece la correa sujeta por una mano, junto al corazón traspasado y ardiente de San Agustín, la rueda del Martirio de Santa Catalina y el libro de la orden.
LA IGLESIA DE SANTA CATALINA
Desconocemos los orígenes de la iglesia de Santa Catalina. Pero en el ayuntamiento se conserva un pergamino datado en 1413, por el que sabemos que el Papa Benedicto XIII, había excomulgado al pueblo de Mirambel por derruir una ermita extramuros para usar su piedra en la construcción de un nuevo recinto amurallado. Gracias al compromiso de reedificar la iglesia, se había levantado la excomunión. A falta de un estudio pormenorizado y atendiendo a las formas y elementos artísticos más antiguos del inmueble, podría tratarse de la ermita reconstruida.
Durante la guerra civil la iglesia fue despojada de sus altares, pero todavía se conserva el órgano renacentista al que se accede a través del coro alto, donde las monjas rezaban. El coro estaba separado de la nave de la Iglesia por unas celosías que evitaban que fueran vistas, por los que asistían a misa, según la norma claustral.
EL PORTAL DE LAS MONJAS
La celda de la superiora es la más amplia del convento con una alcoba y con acceso al agradable mirador ubicado sobre el «portal de las monjas». En el segundo piso, sobre el arco del portal, unas celosías con unas curiosas formas geométricas permiten observar el animado ambiente de la calle mayor.
Esta celda además, cuenta con una pequeña capilla empotrada en el muro y decorada con grisallas renacentistas representando a Cristo Crucificado acompañado de la Virgen y San Juan.
LA ESCUELA
En 1855, tras la epidemia de cólera, el convento corría peligro de desaparecer. Las pocas monjas que quedaron suplicaron la ayuda de Isabel II para evitar su cierre. La reina dispuso la apertura de una escuela para niñas en la que se adquirían conocimientos de gramática, geografía, aritmética además de religión y catequesis, nociones prácticas de corte en ropa blanca, cosido y remiendo.
EL CIERRE
Durante la Guerra Civil ya tuvieron que volver a sus casas familiares y sufrieron el expolio de sus bienes, pero es en 1980 cuando las religiosas abandonan definitivamente el antiguo convento de Mirambel, después de más de 400 años de historia, para trasladarse a Benicassim donde todavía sigue viva la comunidad manteniendo el nombre de Convento de Ntra. Sra. De Mirambel.
LA COLECCIÓN
Para su apertura al público, las monjas del convento de Mirambel hicieron una generosa donación de textiles religiosos, sacras, artesanías, y libros con cronologías que van desde los inicios del siglo XVII hasta el siglo XX, y que pertenecieron al convento de Mirambel y a otros conventos de la orden. Se suma a esta colección, la galería de santas que el ayuntamiento ha depositado para su exposición.