La casa perteneció al Conde de la Florida y se encuentra en la confluencia de la calle Mayor con la del Arrabal. Solo se conservan sus muros perimetrales con una puerta de acceso adovelada. Fue uno de las casas más imponentes de la localidad, junto a la Casa Grande aunque no tan ambiciosa como aquella. La composición de su fachada era más cercana a los palacios de Mirambel o La Iglesuela con alero de madera y varias ventanas de sillería sobre una portada adovelada.
Actualmente solo se conserva cubierta la capilla que estuvo alineada con la fachada principal. Su fachada está realizada en piedra sillar de tonos rojizos, bien cortada, y tiene una portada adovelada bajo dos ventanas cuadradas y sobre estas otras dos más grandes y más cercanas a los límites del muro. El alero es de moldura de piedra. Es una fachada muy equilibrada y simétrica en la que parece que posteriormente se añadió en piedra blanca una hornacina con semicúpula gallonada bajo un frontón sobre pilastras de estilo clásico que recuerda las lápidas dentro de la iglesia de Villarroya encargadas por Francisco Peña a inicios del siglo XVII.
El interior de esta ermita todavía se podría recuperar aunque se encuentra muy degradado.
