Esta casa esquinera está realizada en mampostería y de tres plantas, aunque reformada con el paso del tiempo. En principio, vemos un vano adintelado con viga de madera como puerta de entrada y que modifica un arco de medio punto adovelado anterior, igual que con el vano alargado que se abría junto a la puerta. Asimismo, se ven los sillares originales y se cegó la mitad inferior, dejando una ventana de menor tamaño.
Sita frente al antiguo castillo templario de la localidad, este edificio acogió la aduana municipal hasta el siglo XVII, cuando se convirtió en una vivienda solariega, según Javier Ibáñez.
La aduana es un edificio público que pertenecía a la monarquía aragonesa durante la Edad Media, pero era gestionada por los concejos. Su labor era la de medir el peso o la capacidad de los productos con los que se comerciaba, siendo estas medidas previamente establecidas por la corona.
En el caso de la aduana de Mirambel, según Benigno Palos, poseía privilegios de introducir libremente vino valenciano, sal y vender carne y pan, sin necesidad de multar o confiscar los productos a los propios mirambelanos o a los forasteros.