La Casa Aliaga nos ofrece la oportunidad de sentir cómo vivió su última propietaria, Concepción Martí Plana, entre paredes con cuatro largos siglos de historia.
Las impresionantes casas nobles que adornan los pueblos de la comarca y especialmente La Iglesuela del Cid, son fruto de la actividad económica y relaciones comerciales que establecieron estos antiguos linajes a partir de la venta de lana. La casa era solo la punta del iceberg que expresaba a la perfección la abundancia y riqueza que supuso la gestión de las propiedades agrícolas y ganaderas y de los criados, pastores, medieros o administradores que lograron sacarles el máximo rendimiento.
Exteriormente, se asemeja al resto de los grandes caserones de la Comarca, tanto por la potencia de sus muros de mampostería, como por sus dos portadas con puertas en arco de medio punto, o la galería de arquillos, el alero de doble voladizo y sus grandes ventanales rectangulares.
En el interior de la Casa Aliaga podemos comprobar directamente cómo la acumulación de diversidad de objetos a lo largo de la historia del edificio generó un ambiente ecléctico y ostentoso. Suelos y techumbres de madera, escritorios donde ordenar los documentos, armarios y alacenas repletos de cerámica, muebles barrocos y modernistas de gran calidad en las alcobas, una importante colección de piezas utilitarias cerámicas en la cocina o de adorno en los salones y cantidad de curiosidades, como el repertorio iconográfico que reúne el gigantesco biombo forrado con recortes de prensa, grabados y litografías extraídas de libros del siglo XIX.
Desconocemos quiénes fueron los promotores del edificio, pero nos da alguna pista el árbol genealógico de los Castellot, en pergamino y su copia en papel, que adornan dos de las estancias. En el árbol hay un momento en que los Castellot emparentan con los Aliaga con el matrimonio de María de Castellot con Francisco Aliaga Boil de Arenós. Puede ser ese el momento en que la casa pase a ser de los Aliaga. En el siglo XIX se emparentan con la familia Martí hasta llegar a Concha Martí, la última propietaria, quien vendió el inmueble al ayuntamiento con todos sus enseres. Por ello, el valor de la casa Aliaga de La Iglesuela, es tanto el de su continente como el de su contenido.
El catálogo recién impreso hace un recorrido por todas las estancias de la casa, destacando los elementos y los objetos más llamativos y característicos de cada una. Al entrar en ella parece que retrocedes en el tiempo y mimetizarte a principios del siglo XX.




